Más que un mito: Descifrando la realidad del TDAH
Cuando mi amigo psicólogo me dijo que el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no existía, y que solo atendía los síntomas tratándolos como problemas de conducta, sentí una profunda decepción y frustración. 😔 Como alguien que ha luchado con el TDAH desde la infancia, sus palabras resonaron como una negación de mi propia experiencia y de la de millones de personas en todo el mundo que se esfuerzan diariamente por manejar los desafíos de esta condición neurológica.
Lamentablemente, su actitud escéptica no es única. Todavía existen muchos profesionales de la salud mental que dudan de la existencia del TDAH, negando la validez de este trastorno bien documentado y respaldado por una sólida base científica. 🤨 Esta incredulidad persiste a pesar de la abrumadora evidencia de estudios de neuroimagen, genética y neuropsicología que respaldan el TDAH como una condición neurobiológica legítima, con causas genéticas y neurológicas subyacentes.
Entonces, ¿por qué persiste esta duda? Una razón podría ser la falta de especialización en el TDAH dentro del campo de la salud mental. Somos pocos los profesionales que nos enfocamos en comprender y tratar este trastorno en profundidad. 📚 Sin una formación sólida en el TDAH, es fácil caer en la trampa de ver solo los síntomas superficiales, como la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad, en lugar de reconocer la compleja interacción de factores neurológicos, genéticos y ambientales que lo causan.
Pero el TDAH es real, y su impacto en la vida de las personas es profundo y multifacético. Afecta la capacidad de concentración, la regulación emocional, la organización, la gestión del tiempo y la capacidad de completar tareas. 🧠 No es simplemente un "problema de conducta" o falta de disciplina, sino una condición neurológica que requiere un enfoque integral y basado en la evidencia científica.
El diagnóstico del TDAH debe ser realizado por profesionales capacitados y experimentados, como psicólogos clínicos, psiquiatras y neurólogos, quienes pueden evaluar exhaustivamente los síntomas, la historia clínica, el desarrollo neurológico y los factores ambientales. 💼 Un diagnóstico preciso es crucial para brindar el tratamiento y el apoyo adecuados, que pueden incluir terapia cognitivo-conductual, entrenamiento en habilidades, intervenciones conductuales, medicación (si es necesario) y estrategias de manejo del TDAH adaptadas a las necesidades individuales.
Por ejemplo, una persona con TDAH podría beneficiarse enormemente de técnicas como el uso de agendas visuales, la subdivisión de tareas en pasos más pequeños, la creación de rutinas estructuradas y el establecimiento de sistemas de recompensa para promover la motivación y el enfoque. 📋
La comprensión del TDAH
Entonces, ¿cómo podemos romper los mitos y la desinformación que rodean al TDAH? La educación y la concientización son fundamentales. 📚 Debemos difundir información precisa y basada en la evidencia científica sobre el TDAH, tanto a los profesionales de la salud mental como al público en general. Solo a través de la comprensión y la aceptación podremos derribar los estigmas y brindar el apoyo necesario a las personas con TDAH y sus familias.
Además, es importante cuestionar por qué para muchas personas es más fácil aceptar un diagnóstico de depresión, esquizofrenia o ansiedad que el de TDAH. 🤔 ¿Acaso el TDAH es percibido como una "condición menos válida" o "menos seria"? ¿O es simplemente una falta de comprensión sobre su naturaleza neurológica y sus implicaciones en el funcionamiento diario?
Debemos celebrar la neurodiversidad y reconocer que el TDAH no es un defecto, sino una variación natural en el funcionamiento cerebral. 🌈 Las personas con TDAH tienen fortalezas y habilidades únicas, como la creatividad, la capacidad de pensar fuera de la caja, la perseverancia en tareas que les apasionan y una gran energía cuando se enfocan en algo que les interesa.
Por ejemplo, muchos emprendedores exitosos, artistas, atletas y líderes a lo largo de la historia han sido neurodivergentes, incluyendo personas con TDAH. Su capacidad para ver las cosas desde una perspectiva diferente y su determinación les ha permitido alcanzar logros extraordinarios. 🏆
En última instancia, el TDAH existe, y su impacto en la vida de las personas es real y significativo. 💪 Es hora de dejar atrás las dudas y los mitos, y abrazar un enfoque compasivo, informado y centrado en el bienestar de las personas con TDAH. Juntos, podemos construir una sociedad más inclusiva y comprensiva, donde todas las formas de neurodiversidad sean valoradas y apoyadas adecuadamente.
¡Únete a mí en este llamado a la acción! Educa a tus seres queridos, compañeros de trabajo y comunidad sobre el TDAH. Concientiza sobre la importancia de un diagnóstico y tratamiento adecuados. Apoya a las personas con TDAH brindándoles comprensión, adaptaciones razonables y celebrando sus fortalezas únicas. 🤝 Porque cuando comprendemos y aceptamos la diversidad neurológica, todos nos beneficiamos al crear un mundo más inclusivo y enriquecedor. 🌟
El TDAH a travez de la historia.
Del TDAH se dice de todo: que no existe, que alguien reconoció habérselo inventado, que es un negocio, una moda, un fraude,…
La controversia suscitada sobre su existencia se la puede situar a raíz de la notica publicada en un periódico alemán en 2012 donde se afirmaba que el “descubridor” del TDAH, Leon Eisenberg (1922–2009), confesó pocos meses antes de morir que “este trastorno realmente no existía”. Esta afirmación fue producto de una mala traducción del artículo original, donde se hablaba sobre el incremento de diagnósticos de enfermedades mentales. Eisenberg afirmó que este trastorno estaba siendo sobrediagnosticado y que había que plantearse ser más preciso al respecto. Muchos han aprovechado esta traducción errónea para negar un trastorno que comenzó a describirse mucho antes de que el propio Eisenberg hubiese podido “inventarlo”.
Un repaso por la historia desmonta la afirmación de que su “inventor” confesó que “este trastorno realmente no existía”:
Hay que destacar que no se puede atribuir a una sola persona el descubrimiento del TDAH. Eisenberg fue un psiquiatra infantil que llevó a cabo estudios sobre el efecto de los fármacos en niños con problemas de concentración durante la segunda mitad del siglo pasado. Antes que él, otros ya detallaban la sintomatología de este trastorno:
Los primeros registros datan de 1798. Alexander Crichton, describió las características de lo que actualmente entendemos como TDAH presentación inatenta. Lo denominó “Agitación o Inquietud Mental”, refiriéndose a un estado inquieto y a la incapacidad para atender con constancia.
Más tarde, en 1845, Heinrich Hoffmann, escribió la obra “Pedro el Melenas”, un conjunto de 10 cuentos sobre problemas psiquiátricos en la infancia y adolescencia. Uno de ellos habla de las dificultades de atención e hiperactividad de “Felipe el Nervioso”.
En 1902, George Still, publicó un artículo en el que describió a un grupo de niños con síntomas similares a lo que hoy en día se diagnosticaría como TDAH con presentación combinada: niños que no dejaban de moverse y lo tocaban todo, desconsiderados con los demás, que no parecían preocupados por las consecuencias de sus acciones, con un carácter escandaloso, que manifestaban una gran falta de atención y parecían carecer de “control sobre su conducta”. Still se refirió a este conjunto de síntomas como un “Defecto de Control Moral” y falta de inhibición volitiva, cuya atención se veía supeditada a aquellos estímulos que les ofrecían una gratificación inmediata. Ya entonces, Still, supuso que esta especie de desviación social era una enfermedad neurológica que no se debía a una mala crianza o a una bajeza moral, sino que más bien era producto de una herencia biológica o de una lesión en el momento del nacimiento.
Desde Still hasta los años 50, el TDAH fue concebido como el resultado de un daño cerebral. Sin embargo, las investigaciones indicaban que estos síntomas también se manifestaban en niños que no tenían una clara evidencia de haber sufrido algún daño en el cerebro, por lo que se pensó que el trastorno estaba causado por un daño cerebral muy leve y apenas perceptible o, más bien, una disfunción en general, por lo que el TDAH pasó a llamarse primero Daño Cerebral Mínimo y después, Disfunción Cerebral Mínima.
A finales de los años 50 surgen diferentes hipótesis. La hiperactividad se convirtió en el síntoma primario, en detrimento del déficit de atención y de la impulsividad y, desde 1950, el trastorno cambió su nombre por el de Síndrome Hipercinético.
En 1960 se presenta la hiperactividad como un trastorno del comportamiento, coincidiendo con la visión conductista. Stella Chess y otros investigadores separaron los síntomas de la hiperactividad de la noción de lesión cerebral y defendieron el “síndrome del niño hiperactivo”.
En 1968, el TDAH aparece por primera vez en el DSM II (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), con el nombre de “Reacción Hiperkinética de la infancia”.
En la década de los 70, la dificultad para mantener la atención y para controlar los impulsos, es decir, los aspectos cognitivos, empiezan a adquirir relevancia frente a la hiperactividad. Las investigaciones de Virginia Douglas en 1972 influyeron en el cambio de denominación del TDAH en el DSM III, y el trastorno pasó a denominarse Trastorno de Déficit de Atención con o sin hiperactividad, haciendo hincapié en el aspecto atencional y en la insuficiente autorregulación o impulsividad y que, en algunos casos, podía acompañarse de hiperactividad.
En su última versión del DSM, el DSM-V, el TDAH ya no es considerado como un trastorno de la conducta, sino como un trastorno del desarrollo neurológico.
Son muchos años ya de experiencia y de trabajo, tanto con las personas que lo sufren, (y hablo de personas, porque no sólo son niños, sino también de adultos), como con sus familias. Navegando por Internet podemos encontrarnos con «afirmaciones», con las que por supuesto no estoy de acuerdo y no voy a rebatir; tan sólo reproduciré algunos ejemplos:
El TDAH es un trastorno debido a la forma actual de vida, antes no existía.
A sentarse es algo que hay que aprender.
No existe ninguna alteración en el cerebro.
Hay muchas familias donde no se asume que la educación de los niños es más difícil de lo que se pensaba, molestan y por eso les dan la pastilla.
Los niños así diagnosticados son, en su mayoría, niños sanos con conductas que su entorno familiar o escolar no sabe tolerar o corregir de forma adecuada.
Los problemas reales son:
la escasez de vida familiar (¿cuántas horas pasan los padres con los niños?), padres que están ausentes de sus hijos, (no tanto física sino emocionalmente), padres que no atienden a sus hijos cuando están con ellos.
Muchos psiquiatras justifican el diagnóstico para tranquilizar y agradar a los padres, como diciendo que no son “padres negligentes”, ni los niños son “vagos” o “perezosos”.
No hay diferencias entre «cualquier niño» y un niño diagnosticado de TDAH, salvo que el niño diagnosticado de TDAH “a menudo se distrae» (aunque sí está atento a otras cosas como jugar a la Play); “a menudo se mueve mucho», (lo que es propio de todos los niños); “a menudo no espera» (porque a esperar se aprende, como también se aprende a atender y a estar quieto cuando la situación lo requiera),…
Lo que inquietó a Eisenberg fue el sobrediagnóstico, pero no negó la existencia del TDAH. Este incremento de diagnósticos no se debe al fraude, ni a los negocios o a las modas, se debe a la mayor formación y sensibilidad en la detección de estos problemas.
Lo preocupante es que actualmente haya personas que sigan defendiendo la idea de que el TDAH no existe, a pesar de la gran cantidad de estudios científicos que así lo demuestran.
La revista médica Lancet Psychiatry, publicó en febrero de 2017 un estudio: “Diferencias en el volumen cerebral subcortical en sujetos con TDAH en niños y adultos”. Se trata de un estudio internacional en el que participaron 1713 personas con TDAH y 1529 controles con edades entre los 4 y los 63 años. Este estudio ha añadido más evidencias sobre la base neurobiológica de este trastorno. Se descubrió que las personas con TDAH poseen una reducción en el volumen de estructuras subcorticales del cerebro. Los investigadores esperan que con él se ayude a mejorar la comprensión del trastorno que afecta a 1 de cada 20 personas y terminar con la creencia de que el TDAH es una etiqueta para chicos difíciles o el resultado de padres que no saben poner límites.
El TDAH es un trastorno que afecta a millones de personas. Aquellos que lo sufren y que conviven con sus consecuencias saben que no se puede negar su existencia. Negarla es simplemente una irresponsabilidad.
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